Falta casi un mes para partir y debo confesar que tengo miedo. Es más, estoy empezando a apanicarme. Tal vez aún estoy a tiempo, y puedo decir "no, gracias, me quedo acá no más". Si total Francia no es la gran cosa, y todo este tiempo de estudio me servirá para leer a los clásicos en su idioma original y tal vez algún día Mona (l) y yo vayamos por nuestra cuenta por esos lados.Tengo miedo de dejar esta (in)seguridad en la que habito, mis pocas -pero grandes- personas esenciales. Tengo miedo de partir y dejar este espacio y que quienes lo compartían conmigo se acostumbren y llenen mi ausencia, hasta no esperar ni necesitar mi regreso. Tengo miedo de crearme expectativas que no serán llenadas, de creer que en este viaje están las respuestas a todas las incertidumbres -habidas y por haber- de mi vida. Tengo miedo de no adaptarme y desaprovechar esta oportunidad.
Tengo miedo del futuro, pero también me asusta este presente precario y del pasado mejor ni hablar (nooo, si tengo muchas cosas/personas/momentos que rescatar de allí). Tengo miedo de lo que pasará con Mona (l), con mi mamá, este departamento, los estudios (eternos) y el trabajo (que no tengo).
Pero también sé que si me quedo los miedos serán otros y las frustraciones también. Tal vez las frustraciones, miedos y depresiones "primermundistas" tengan otro sabor, habrá que probar.
Por ahora sólo queda esperar...
(nota mental: en estos momentos me serviría creer en dios/jevús)
À bientôt, mes ami(e)s
Hoy en el supercado, mientras haciamos la fila de la caja "express", la Mona (l) se dio cuenta que algo alteró la tranquilidad del consumo. Hubo una reacción masiva frente a un estimulo del cual nunca nos enteramos. Pero mi Mona (l) -siempre más listilla que yo- alcanzó a percibir que se trató de: UN BESO. Sí, hubo una escena de personas besándose en el supermercado que causó la reacción COPUCHENTÍSTICA de todo el mundo. 
